En el Salón de Turín de 1970 se presentó un vehículo que desafiaba las convenciones: el Porsche Tapiro. Fruto del genio creativo incubado en los ‘60, este auto presentado en el stand de Italdesign capturó miradas y desató debates sobre su audaz diseño y su innovadora mecánica.
A diferencia de muchos prototipos, el Porsche Tapiro no era simplemente una muestra estática. Construido sobre la robusta plataforma del Porsche 914, pionero en la disposición de motor central de la marca alemana, este vehículo albergaba el corazón de un Porsche 911S.
Su poderoso motor bóxer de seis cilindros, alimentado por dos carburadores Weber IDEA triples, transmitía sus 220 caballos de fuerza a las ruedas traseras a través de una precisa caja de cambios de cinco velocidades, asegurando un desempeño dinámico sin precedentes. La velocidad máxima era de 245 km/h.
UN DISEÑO QUE DESAFÍA LAS CONVENCIONES
El Tapiro desafió las expectativas estilísticas asociadas a la marca Porsche. Su silueta en forma de cuña evocaba a otras icónicas marcas italianas como De Tomaso y Maserati, mientras que sus líneas angulares remitían a los primeros estudios de diseño del legendario Lamborghini Countach.
Italdesign, bajo la dirección de Marcello Giugiaro, optó por un enfoque radical, destacando la ubicación central de los componentes mecánicos para otorgar una libertad creativa sin precedentes.
INNOVACIÓN Y VANGUARDIA EN CADA DETALLE
La disposición central de los componentes mecánicos otorgó al diseñador una libertad creativa excepcional en el área frontal del Tapiro. Las líneas, predominantemente rectas, ascendían desde el suelo hasta el parabrisas en un ángulo agudo. Los guardabarros delanteros albergaban llantas de magnesio de 15 pulgadas, comunes en los autos de competición de la época, mientras que los trazos curvos se reservaban para las ventanillas laterales.
Lo más llamativo del Tapiro era su extensa área acristalada. Desde el agresivo parabrisas hasta las ventanas laterales curvas, este concepto ofrecía una experiencia visual única. Las puertas de apertura estilo “Alas de Gaviota” añadían un toque de teatralidad, revelando un interior luminoso y espacioso, adornado con una exquisita tapicería de cuero en un distintivo tono “pico de ganso”.
Otro aspecto notable del Tapiro era su carrocería de acero, soldada al bastidor, a diferencia de otros prototipos de la época fabricados en fibra de vidrio.
EL TRÁGICO DESTINO DEL TAPIRO
A pesar de su fascinante historia, el destino del Porsche Tapiro estuvo marcado por la tragedia. Tras ser adquirido por el músico argentino Waldo de los Ríos en 1973, el vehículo sufrió un fatídico incidente en las cercanías de Madrid. Un problema en los carburadores desató un voraz incendio que consumió irremediablemente al Tapiro.
Tras el incidente, el Tapiro fue guardado en la finca de Waldo, donde permaneció olvidado. Tras el fallecimiento del compositor en 1977, el vehículo fue trasladado para una restauración que nunca se llevó a cabo.
Aunque el Tapiro nunca volvió a recuperarse de sus cenizas, su legado perdura en las memorias de los aficionados al automovilismo. Actualmente, los restos de este icónico concepto reposan en las instalaciones de Italdesign, como testigos mudos de una época de audacia y creatividad en la industria del automóvil.
¿QUIÉN FUE WALDO DE LOS RÍOS?
Nacido en Argentina en 1934, Waldo de los Ríos fue un talentoso músico y compositor argentino que dejó un legado imborrable. Con una carrera que abarcó décadas, De los Ríos se destacó por su versatilidad y creatividad.
Su talento no conocía límites, incursionando en una amplia gama de géneros musicales, desde la música clásica hasta el pop y la música de cine. Sus arreglos innovadores y su habilidad para combinar diferentes estilos le valieron el reconocimiento de la crítica y el cariño del público.
Pero quizás sea más recordado por su arreglo de la Sinfonía Nº 40 de Mozart que se convirtió en un éxito mundial en la década de 1970, alcanzando la cima de las listas de éxitos en varios países.
Cuando se encontraba en la cúspide de la fama, fue víctima de una depresión aguda. Se suicidó en Madrid el 28 de marzo de 1977. Sus restos descansan en el Cementerio de la Chacarita.