Fórmula 1

Nigel Mansell: Retroceder nunca, rendirse jamás…

El británico debió esperar una década para tener su momento de gloria en la Fórmula 1. Tras obtener la corona en la Máxima también se consagró en la IndyCar de Estados Unidos.

Velocidad, temperamento y, sobre todo, perseverancia. Esas fueron las cualidades que le permitieron lograr una estrella en el firmamento de la Fórmula 1 en una época en la que el hombre muchas veces era más que las máquinas. A Nigel Ernest James Mansell todo siempre le costó un poco más que el resto, pero jamás se desanimó y eso tuvo su premio, aunque para disfrutarlo tuvo que esperar más de una década.

Mansell nació el 8 de agosto de 1953 en Upton-on-Severn, una pequeña localidad del condado de Worcestershire, a 183 kilómetros de Londres. Pasó su niñez y adolescencia detrás de un karting logrando una enorme cantidad de victorias y once títulos entre 1969 y 1974.

Con 24 años, una edad en la que muchos pilotos en la actualidad ya son veteranos en la F.1, Mansell inició su campaña deportiva en el automovilismo a través de la Fórmula Ford 1600.  Llegar a la categoría promocional no le fue fácil. No solo debió ir en contra de la opinión de su padre ya que también vendió su casa y su auto para poder pagar los gastos de las carreras.

Por fortuna siempre contó con el apoyo de Roseanne, la chica que conoció cuando tenía 17 años y con quien se casó tiempo después. La apuesta tuvo sus frutos. Debutó en 1976 en la división y ganó seis de las nueve carreras en las que participó. Al año siguiente conquistó el cetro con una campaña que incluyó cinco triunfos en 20 competencias.

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La más memorable fue aquella en la que obtuvo el título: necesitaba marcar la pole, el récord de vuelta y ganar para quedarse con la corona. Así lo hizo. Pero lo que llamó la atención de esa actuación fue haberse presentado a correr ya que estaba convaleciente en un hospital por las graves consecuencias de accidente en Brands Hatch que casi lo deja cuadripléjico. Supuestamente, tenía para seis meses de internación y los médicos incluso dudaban de que pudiese volver a correr…

A la Fórmula Ford le siguieron un par de años en Fórmula 3, aunque los resultados no fueron los ideales. Sin embargo, eso no fue un escollo para cumplir su anhelo de llegar a la Fórmula 1.

Colin Chapman, dueño del mítico equipo Lotus, lo tenía entre los candidatos a acompañar al estadounidense Mario Andretti en 1980. Aunque finalmente el puesto fue para el italiano Elio de Angelis, Mansell fue contratado para ser piloto de pruebas.

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El excelente trabajo que realizó para desarrollar el Lotus 81 en aquella temporada fue gratamente recompensado. Chapman puso un tercer auto para que Mansell debutara en el Gran Premio de Austria. 

Once días después de cumplir 27 años, Nigel se convirtió en piloto de la máxima categoría. El debut terminó en abandono, pero esa carrera marcó para siempre la personalidad de inglés del frondoso bigote. Antes de la largada, mientras los mecánicos llenaban del combustible su auto, se derramó un poco en su espalda. Sin tiempo para cambiarse el buzo, Mansell corrió con la gasolina quemándole el cuerpo.

A 14 vueltas del final desertó, pero no por el dolor, sino por la rotura del motor. Llegó a los boxes y de ahí se fue a un hospital para tratar las quemaduras. Prefirió eso a esperar otra oportunidad que tal vez jamás hubiese llegado

La decisión de Andretti de marcharse a Alfa Romeo le permitió a Mansell competir a tiempo completo en Lotus, equipo con el que no ganó, pero sí hizo podios.

Cuando Chapman murió el 16 de diciembre de 1982, Peter Warr se hizo cargo de la escudería. El nuevo mandamás respetó el contrato que había rubricado Chapman y su piloto, pero no se lo renovó. Así fue que para 1985, Mansell emigró a Williams.

Con el equipo fundado por Frank Williams los resultados empezaron a llegar. A fin del ’85 consiguió sus primeros dos triunfos. En 1986 y 1987 también cosechó victorias y conquistó los subcampeonatos, perdiendo las batallas por el título contra el francés Alain Prost y el brasileño Nelson Piquet.

Tras una temporada de 1988 decepcionante con Williams, con 12 abandonos en 14 carreras producto de utilizar los pocos confiables motores Judd tras perder los de Honda, Mansell cumplió el sueño de muchos pilotos: correr para Ferrari. Pero el idilio duró poco, pese a lograr varios éxitos.

No se consideraba respaldado por la Scuderia y eso le hizo replantear su campaña deportiva. Sintió que su tiempo en la F.1 había terminado, anunció su retiro, pero el cariño del público e incluso el consejo de Ayrton Senna para que volviera a Williams en 1991 lo motivaron a continuar.

“Las razones que me han llevado a seguir en la F.l han sido diversas y en mi decisión ha influido sobremanera el apoyo que he tenido de aficionados, marcas, pilotos y personas relacionadas con el Mundial. La prensa también ha influido en mi continuidad, ya que desde muchos medios de comunicación me han pedido que reconsiderara mi postura”, argumentó el piloto en un comunicado de prensa.

La segunda etapa en Williams, ahora con motores Renault y mucha electrónica, fue de ensueño. Perdió el campeonato del 1991 con Senna, pero se desquitó en 1992 con una actuación tremenda: 9 victorias en 16 presentaciones. Finalmente, después de tanto batallar, Mansell tuvo su premio y se consagró campeón de la Fórmula 1.

Pese a haber luchado tanto por tener el “1” no tuvo la satisfacción de lucirlo. Para 1993 emigró a Estados Unidos para hacer también historia en el IndyCar con el Newman-Haas. En su primer año en la categoría, que alternaba circuitos mixtos con óvalos, ganó la corona con una campaña que incluyó cinco triunfos y el tercer puesto en las 500 Millas de Indianápolis.

Durante una semana llegó a ser el mejor piloto de monopostos del mundo ya que su consagración en IndyCar llegó siete días antes que el alemán Michael Schumacher lo sucediera como monarca en la F.1.

En 1994 no tuvo posibilidades de defender el cetro en la división estadounidense por la falta de competitividad de su auto. Mientras corría en Estados Unidos le encontró hueco a su agenda para volver esporádicamente a la F.1 con Williams, aún afectado por la muerte de Senna en el GP de San Marino de aquel año.

Disputó el GP de Francia y los tres últimas del torneo: el GP de Europa, en Jerez de la Frontera, el GP de Japón, donde terminó cuarto; y el GP de Australia, en el que consiguió la última de sus 31 victorias.

Williams tenía la posibilidad de renovarle el contrato, pero prefirió confiar en el ascendente David Coulthard. Sin embargo, Mansell aprovechó la oferta de McLaren, que requería de un campeón por exigencias de sus patrocinadores.

La relación no comenzó bien. El piloto no entraba en el estrecho cockpit del McLaren MP4/10B y tuvo que ser reempleado por Mark Blundell en los dos primeros Grandes Premios, los de Brasil y Argentina.

Con un auto modificado en 33 días, Mansell finalmente debutó con el team de Woking en el GP de San Marino, en el que llegó décimo después de marchar sexto. A la siguiente carrera, el GP de España, abandonó. Y esa fue su última carrera en la Fórmula 1. Ya tenía 42 años y pocas ganas de renegar después de toda una vida en busca de la gloria de la que merecidamente pudo disfrutar.

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Diego Durruty

Soy un periodista con más de 30 años en el ruedo. Arranqué en revistas como CORSA, El Gráfico, Coequipier y SóloTC, pero también me aventuré en el mundo digital en SportsYa!, e-driver.com y kmcero.com. Si eso no te sorprende, también me escuchaste en las radios Rock&Pop y Vorterix.com. Ah, y no puedo olvidar mis coberturas del rally Dakar para la agencia alemana dpa. Hoy en día escribo en Automundo.com.ar y para que no se me escape nada, también conduzco el magazine Dos Tipos Audaces (Spotify, YouTube y Campeones Radio). ¡No hay quién me pare, amigo!

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