Motorsport

Mike Hailwood, de vuelta a la isla

Mike Hailwood se retiró del motociclismo de alta competición el mismo día que Honda abandonó las carreras a finales de 1967. Soichiro Honda estaba tan interesado en preservar el legado del británico con la compañía (35 Grandes Premios y 4 Campeonatos del Mundo) que le pagó 50.000 libras (casi 1 millón de libras actualmente) para que se retirara.

Hailwood hizo apariciones ocasionales fuera de campeonato en los años posteriores antes de firmar con John Surtees para conducir Fórmula 1 y Fórmula 2. Se retiró después de un serio accidente en un McLaren en 1974 y emigró a Nueva Zelanda, donde fue ganando aburrimiento y perdiendo pelo poco a poco. Medio calvo, con sobrepeso y todavía cojeando por culpa del accidente de 1974, Hailwood visitó la Isla de Man en 1977 y firmó un gran contrato con los organizadores para competir en algunas pruebas en el TT de 1978.

Los cínicos decían que lo hacía únicamente por el dinero. Después de todo, el no corría en el TT desde 1967. ¿Se habrían desvanecido sus habilidades divinas?

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A Hailwood, como siempre, le resultaba todo indiferente. “No estoy haciendo un regreso, solo vuelvo después de 11 años”, bromeaba. “Siempre me ha encantado pilotar alrededor de la isla, creo que voy a ser competitivo”.

Sus planes pronto llegaron a buen puerto. El piloto de 38 años quería pilotar una Ducati en la categoría de Fórmula 1 (categoría Senior de la época) y una Yamaha de dos tiempos en las categorías Junior, Sénior y Clásica, todas equipadas con neumáticos Dunlop. Se preparó para su regreso corriendo algunas carreras en Australia, donde se vio sorprendido por los avances en tecnología durante el tiempo que él había estado fuera.

“Las motocicletas más modernas tienen un agarre tremendo y una capacidad de frenada fantástica, por lo que no solo tengo que aprenderme de nuevo el circuito del TT, sino que también tengo que volver a aprender a pilotar” decía. “No esperen milagros…”.

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Entonces comenzaron los entrenamientos. El mecánico Pat Slinn recuerda a Hailwood volviendo al box después de su primera sesión con la Ducati de 900 cc, preparada por la marca para la ocasión en Manchester. “Él llegó, le dio la moto a Franco (Farni, Jefe de mecánicos de Ducati), se sacó su casco y comentó: “No me he olvidado de nada, cada bache continúa estando ahí”. Cuando unas sesiones más tarde, destrozaba el récord del circuito, Farni pensaba que su cronómetro se había roto. No se lo podía creer.”

Hasta ese récord de vuelta en los entrenamientos, el favorito de la categoría era el ganador del año anterior Phil Read, uno de los mayores rivales de Hailwood durante la década previa. Read había estado pilotando desde finales de los 50 y, aunque había renunciado a algunos Grandes Premios, continuaba siendo un serio aspirante, especialmente con su Honda preparada específicamente para el TT.

Como actual campeón, Read comenzó primero. Hailwood se escapó detrás de él en el mismo momento que la orden de salida finalizaba, enfilando colina abajo 50 segundos más tarde. Su Ducati llevaba slick Dunlop trasero y neumático con dibujo en el delantero, ya que el trazado del TT no generaba el suficiente calor en el neumático delantero para hacer viables los slick.

“Decidí pilotar solo al 90 por ciento y ver cómo iban las cosas cuando llegara a la estación de señalización a la altura del Gooseneck”. La confianza de Hailwood desmentía su velocidad, y las noticias al paso del “Gooseneck”, 22 millas en la primera de sus 6 vueltas (de 37 millas y tres cuartos cada una), eran buenas. Ya había tomado la delantera a la Honda del norirlandés Tom Herron y había completado la primera vuelta a 109.87 millas por hora. ¡Un minuto y medio más rápido que el récord anterior de Read!

A mitad de las 226 millas de la carrera, Hailwood alcanzó a Read cuando ambos ascendían la Montaña. Los dos viejos caballos de batalla juntos de nuevo. Como un reportero señaló: “Para Read debió de ser como una pesadilla. Estaba siendo perseguido monte arriba en la oscuridad, sabiendo que tarde o temprano le iban a alcanzar.”

Cuando Herron se retiró (se le fracturaron los dos soportes de la suspensión trasera) y la Honda de Read comenzó a expulsar humo de forma inquietante, el resultado ya no dejó lugar a dudas. Hailwood finalizó las dos últimas vueltas bajo el estruendo de decenas de miles de aficionados sin camiseta, bañados al sol y agitando sus programas alegremente. El cuento de hadas se había vuelto realidad, con una vuelta al paddock en la que hombres ya crecidos, y para los que “Mike the Bike” era un ídolo de su infancia, lloraban realmente emocionados.

Hailwood ganó la carrera con más de 2 minutos de ventaja sobre el piloto de Merseyside, John Williams, que perdió la vida dos meses después en otra carrera callejera, el Gran Premio de Ulster.

Incluso él mismo confesó que había sido demasiado hasta para él: “Tengo que admitir que me emocioné un poco cuando bajé de la moto”, dijo. Más tarde, volvió a perder el romanticismo y recuperó la sequedad de siempre. “Me alegro de que todo haya terminado. El pilotaje fue la parte menos complicada. De hecho, fue el único momento en el que me pude relajar y disfrutar de mí mismo. El resto fue un poco irritante, tuve que dar un millón de entrevistas y no pude poner un paso fuera del hotel sin llamar la atención… Básicamente fue una maldita y necia idea que salió razonablemente bien.”

No obstante, retornó una última vez en 1979 cuando ganó de nuevo, esta vez en la categoría Senior con una Suzuki RG500 de dos tiempos. En la categoría clásica fue derrotado con la misma moto, por solo dos segundos. “Es la primera vez que finalizo segundo en el TT”, comentó alegremente.

Artículo realizado por Mat Oxley para la campaña #GreatFightbacks de Dunlop sobre las diez hazañas más grandes del deporte motor.

 

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